martes, 5 de marzo de 2013

El Campanario de mi Pueblo

Los ojos de mi torre
no duermen,
incansablemente abiertos,
velan los actos de mi pueblo.

Escuchan los murmullos de la noche,
los llantos de sus hijos,
el último suspiro aquel
su lejano visitante,
de éste, su pegajoso inquilino.
Saludan los primeros rayos
del día venido,
y espardece su calor
por todos los rincones.

La torre de mi pueblo
pone música a esas
mañanas resacosas de domingos,
y  como madre vesperina
nos arroja de la cama
con voz enérgetica y amiga.

Desde la Torre de mi pueblo
se divisan los rincones de las calles,
las hileras de olivos, de naranjos,
el sudor de sus campos,
la blancura de los rocíos.

También nos cuenta
la torre de mi pueblo,
la desgracia de un familiar,
de un amigo,
la marcha de un viejo amor,
la alegría de un vecino.

Los relojes mueren,
tejiendo el tiempo
de la torre de mi pueblo,
que esquivando esa línea
del recuerdo perdido;
cuándo sabe mi torre,
va marcando el pulso
de la vida de mi pueblo.
Fco. Javier Moscardó

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